10 marzo 2004

Arquitectura de la Nueva España: Sto. Domingo de Guzamán


El ensayo versa sobre una de las obras arquitectónicas más importantes de la época colonial: El Exconvento de Santo Domingo de Guzmán. Comienza con la arquitectura colonial en términos generales para posteriormente adentrarse en la historia del ex convento.


La arquitectura colonial es el conjunto de manifestaciones arquitectónicas que surgieron en América Latina desde el descubrimiento del continente, en 1492, hasta la emancipación del mismo a comienzos del siglo XIX.


A comienzos del siglo XVI puede decirse que ha terminado la conquista de América en su mayor parte. Sobre ruinas de grandes imperios precolombinos, como México y Perú, se preparan los cimientos de la nueva civilización hispanoamericana.
El arte en Latinoamérica va a ser fundamentalmente religioso, marcado por el poder de las principales órdenes religiosas llegadas del viejo continente. En el trazado reticular de las ciudades, con origen en los esquemas romanos filtrados a través de los españoles que los proponen, aparecen las plazas y los monumentos como elementos capaces de tensionar y referenciar el conjunto.
La iglesia, edificada junto a la plaza central de las poblaciones, se erige en punto de referencia del espacio urbano. Pese a la uniformidad que las órdenes religiosas, muy centralizadas, van a intentar aportar, las nuevas formas artísticas van impregnándose de variaciones étnicas y geográficas. Las distintas escuelas se diferenciarán tanto por los materiales utilizados para la construcción, específicos en cada zona, como por las tipologías de los edificios en virtud de la función que deban cumplir.
En México, los templos de las órdenes religiosas -franciscanos y agustinos principalmente- anteriores a 1570 son de trazas góticas. El tipo de construcción es el de iglesia fortificada , de una nave, cabecera poligonal, bóvedas de crucería o de cañón en templos agustinos, y un tratamiento exterior de gran sobriedad, muros desnudos y remates almenados.
Junto a estos elementos, la voluntad de evangelización derivará en la construcción de atrios, con ‘capillas para indígenas’ o posas en los ángulos. Como ejemplos de conventos franciscanos se puede citar el de Huejotzingo (1550) o el de San Andrés de Calpan (1548). Son interesantes igualmente las capillas para indígenas de Tepejí, Xochimilco y Acolman. La influencia indígena se hace notar en lo decorativo, con un tipo de talla de superficies planas a bisel que encontramos en portadas como las de Tlanalapa (Hidalgo) y Otumba (México). Avanzado el siglo XVI se construyen modelos platerescos, como la portada del templo agustino de Acolman o la de la iglesia de Yuriria.

A partir del último cuarto del siglo XVI comenzaron a construirse las principales catedrales renacentistas de Hispanoamérica. La catedral de México deriva de la de Jaén, de Andrés de Vandelvira. Tiene trazas renacentistas con alguna reminiscencia gótica como la distinta altura de las naves. Las dimensiones del templo en planta son monumentales, como imponentes los órdenes clásicos de la fachada, enmarcada entre sendas torres. La catedral de Puebla es más pequeña y con mayor unidad de estilo que la de México, y con una mayor esbeltez en las torres. En la catedral de Guadalajara se observan trazas de la escuela granadina de Diego de Siloé.

El barroco mexicano tiene un manejo privilegiado de materiales, como la piedra de distintos colores (Zacatecas, Oaxaca, México) y el yeso, para crear ricas policromías tanto en el interior de los templos como en las fachadas. Por otra parte, van a adquirir especial desarrollo elementos como la cúpula, presente en casi todos los templos, elevada sobre un tambor generalmente octogonal y recubierta con gran riqueza ornamental, y las torres, que se alzarán esbeltas y osadas allí donde los temblores de tierra lo permitanEl siglo XVII será el de las iglesias conventuales y monasterios, construidos según el esquema hispánico de nave única con fachada lateral siguiendo la dirección de la calle y con un ancho atrio. El siglo XVIII comienza con la construcción de la basílica de Guadalupe (1695-1709), emparentada en planta con la del Pilar de Zaragoza: cúpula central, cuatro cúpulas menores y torres en los ángulos. En la iglesia jesuítica de la Profesa (1714-1720) se observa la reiteración de formas poligonales lejos de los trazos curvos del barroco europeo.
La construcción más relevante es quizá la iglesia del Sagrario, con su impresionante fachada retablo construida en 1749 por Lorenzo Rodríguez. Es una planta en cruz griega, cúpula central con cuatro menores y novedosa en el tratamiento decorativo exterior, con acusada ornamentación central al modo de un tapiz tallado en piedra de Chiluca y rodeada de muros de tezontle rojo recortados en formas mixtilíneas. Este modelo, muy imitado en iglesias posteriores, será sustituido a finales de siglo por el de la capilla del Pocito, realizada por Antonio Guerrero y Torres, con planta de trazos curvos y brillante cromatismo exterior.Puebla es uno de los grandes centros de exaltación de la policromía, con empleo de azulejos de colores, cerámicas vidriadas y destacados trabajos de yeserías. Son ejemplos punteros la iglesia de San Francisco de Acatepec, o el interior de la capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo.


La grandiosa fachada del santuario de Ocotlán, construido en Tlaxcala a comienzos del siglo XVIII, es un impresionante retablo monumental enmarcado entre sendas torres con un cuerpo superior de inconfundible silueta barroca.


Otra de las fachadas más destacadas del barroco mexicano la encontramos en la catedral de Oaxaca, donde también es interesante la iglesia de la Soledad, en la que la ornamentación cubre incluso los contrafuertes que jalonan la portada. De mediados de siglo son ejemplos interesantes la iglesia de la Compañía de Jesús, en Guanajuato, o la iglesia de San Sebastián y Santa Prisca, en Taxco, una de las joyas del barroco hispanoamericano. El punto culminante de la exuberancia decorativa lo encontramos en la fachada de la catedral de Zacatecas, un imponente tapiz ornamental, muestra del arte barroco de influencia indígena. Una de las obras más importantes del barroco mexicano del siglo XVII es la Iglesia de Santo Domingo en Oaxaca. Su principal característica es la profusa decoración de sus yeserías, que colmatan la totalidad de los lienzos interiores del templo.


Los dominicos Gonzalo Lucero y Bernardino de Minaya fueron los primeros en llegar a Oaxaca en 1529, y en poco tiempo arribaron más misioneros de la misma orden que se congregaron en el Convento de San Pablo. Iniciaron la construcción del convento de Santo Domingo en 1551, año en que la municipalidad de Oaxaca les otorgó 24 lotes que sumaban un total de 39 mil 25 metros cuadrados y veinte años de plazo para concluir la edificación. Para 1572, la obra seguía inconclusa; el municipio dio treinta años más de prórroga a la orden religiosa. Para 1608 los frailes decidieron habitar el convento aun cuando no estaba terminado, pues a causa de un fuerte sismo San Pablo se volvió ruinas. A partir de ese momento Santo Domingo, sin ser la catedral, se convirtió en el punto más importante de la evangelización en Oaxaca.Pasaron casi sesenta años para que al fin se diera por concluida la obra en el siglo XVII. Entonces se puso la primera piedra para levantar la Capilla del Rosario que se inauguró en 1731. Ya sin más que construir, durante el siglo XVIII, Santo Domingo comenzó a hacerse de importantes obras de arte, que hoy se conservan como testimonio cultural de tres siglos del virreinato en Oaxaca.
La superficie que llegó a alcanzar fue 40,000 metros cuadrados. Durante la colonia, Santo Domingo fue centro de una evangelización prácticamente monopolizada por la orden de los dominicos en todo el Estado de Oaxaca.El ex convento fue restaurado para darle su actual imagen, que le ha valido ser nombrado Patrimonio de la Humanidad.
El templo tiene una portada de tres cuerpos con las imágenes de Santo Domingo y San Hipólito sosteniendo un templo. El interior es el ejemplo más notable del barroco mexicano, con muros y bóvedas con yeserías realizadas en el siglo XVII; la parte baja del coro posee una alegoría de personajes llamada “el árbol genealógico de Santo Domingo de Guzmán”. También admirable es el retablo mayor que se encuentra al fondo de la nave y que fue reconstruido en 1959. En la bóveda se ven 104 pinturas y óvalos de mártires dominicos, realizadas en los siglos XVII y XVIII.

La nave, cubierta con una bóveda de medio cañón, se divide en recuadros y óvalos, mientras que la bóveda del crucero está decorada por largas cintas doradas que se entrecruzan formando diseños mixtilíneos. En sus intersticios existe una red más pequeña de dibujos que proporcionan una gran riqueza a la superficie, completada por la policromía y el brillo del yeso. Estas yeserías ornamentales se realizaron en 1657. En el exterior, más sobrio, observamos una fachada de proporciones alargadas con dos torres enmarcando la entrada.

El cuerpo central se articula en tres niveles en los que aparecen elementos clásicos (órdenes corintios, entablamentos, pequeños frontones curvos partidos), decorados con motivos heráldicos y religiosos. El cuerpo bajo de las torres, coincidente en altura con el núcleo central de la fachada, contrasta con ésta por su desnudez, apenas mitigada por los pequeños huecos de arcos dobles con columnillas intermedias. En cuanto al cuerpo superior de remate, merece una atención especial la coronación en cúpula con azulejos decorativos, así como las linternas sobre los campanarios, cobijados por pequeños organismos clásicos con arquerías de orden dórico.

Aprox. dos siglos después de terminada la iglesia a raíz de la independencia y al decretarse la desamortización de los bienes del clero con las Leyes de Reforma, el edificio fue desalojado y ocupado por las fuerzas armadas. El Templo fue cerrado al culto en 1866 y reabierto en 1902, pero el edificio que ocupaba el convento siguió en manos del ejército mexicano. Partes del mismo fueron cedidas paulatinamente hasta que en 1993, el ejército desalojó definitivamente el inmueble y éste se destinó a fines culturales.Durante cuatro años se llevaron a cabo trabajos de restauración arquitectónica y bienes muebles, planeación museográfica, investigación histórica, antropología y del medio natural del territorio oaxaqueño, gracias al esfuerzo conjunto de los gobiernos federal y estatal, la iniciativa privada y la sociedad civil.
Con el propósito de rescatar el aspecto original del edificio, durante más de cincuenta meses, fueron restituídos al menos seis mil metros cuadrados de construcción y diez mil metros cuadrados de aplanado Se dio empleo directo a alrededor de mil personas en las temporadas más intensas del proceso de restauración; se recuperaron algunas técnicas constructivas empleadas por la orden dominica en el siglo XVI y se sacó del olvido un conjunto de oficios ya poco practicados por los artesanos y trabajadores oaxaqueños como el herraje, la cantería y la yesería.De la labor de restauración desplegada en Santo Domingo, sobresale la restitución de seis mil metros cuadrados de bóvedas, casi 50 por ciento del total original.
Para ello fue necesaria la intervención de un amplio equipo interdisciplinario, conformado por arqueólogos, arquitectos e historiadores, entre otros, los cuales se dieron a la tarea de indagar, tanto en archivos de las ciudades de Oaxaca y México, como mediante la realización de calas en muros y pisos, cuáles eran las características originales del edificio, a manera de justificar, desde el punto de vista histórico, todas las reposiciones arquitectónicas que tuvieron lugar.
Finalmente, el 24 de julio de 1998, abrió sus puertas al público el Centro Cultural Santo Domingo, que integra actividades de cuatro instituciones: el Museo de las Culturas de Oaxaca, el Jardín Histórico Etnobotánico de Oaxaca, la Biblioteca "Fray Francisco de Burgoa", la Hemeroteca Pública "Periodista Néstor Sánchez Hernández", además de las áreas dedicadas a conferencias, congresos, seminarios, exposiciones temporales, cursos, conciertos, etc.

El conocer lugares tan maravillosamente concebidos, planeados, ejecutados y mantenidos, es un placer en todos los sentidos.

Antes de entrar a la iglesia hay que degustarse con sus bellas cactaceas pantadas en la epoca contemporanea que son vigiladas por Santo Domingo de Guzmán su belleza como el humano se encuentra en su interior que da la impresión un atardecer amarillo en la costa oaxaqueña.

Los bellos corredores que rememoran la vida conventual, los ires y venires de las monjas y los curas, en la cocina, la biblioteca, en el huerto que hoy es un maravillo jardin etnobotanico.
Santo Domingo es un respiro de cultura y de belleza, por el que suspira mi corazon.


Bibliografía
Microsoft
Encarta 2006. 1993-2005 Microsoft Corporation.

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